Dicen que Guillermo del Toro es un gran devorador de
cortometrajes, siempre a la busca de historias interesantes y de jóvenes
realizadores que estén dando sus primeros pasos con pequeños proyectos
personales. Cualquiera que vea el corto de mismo título que Andrés Muschietti rodó en 2008 (que puedes ver tras el salto de página) se quedará
impactado por la tensión y el mal rollo que provocan las imágenes de sus apenas
tres minutos de duración. En buena parte por el propio estilo visual del
director pero sobre todo por la presencia de un Javier Botet que con su
peculiar físico y sus extraños movimientos consigue transmitir todo tipo de
sensaciones negativas. Cuando uno de los que ve este corto es el propio Guillermo,
ve su potencial que además encaja perfectamente con ese universo tan suyo de
mundos reales con tonos fantásticos y presencias fantasmales, y decide
apadrinarte como ya apostara antes por directores noveles como Bayona y El orfanato o Troy Nixey y No tengas miedo a la oscuridad, son garantías de que va
a salir algo que por lo menos merezca ser visionado.
Y es cierto que virtudes tiene unas cuantas. En un género
tan trillado y tan ‘limitado’ como es el terror, encontrar una idea con su
punto de originalidad es difícil de encontrar a estas alturas. Quizás por eso,
el argumento del hallazgo de dos pequeñas niñas desaparecidas durante cinco
años de las que se intuye que algún tipo de extraña presencia ha estado
cuidando de ellas, da para unas cuantas hogueras de acampada sin que nadie
tenga narices de volver luego solo a su tienda de campaña. Muschietti, llegado
desde el mundo de la publicidad, se las apaña bastante bien, siendo un
debutante, para dar forma a ese concepto que en origen duraba tres minutos y
que consigue desarrollar hasta un largometraje bien medido, con una buena
presentación de personajes y una acertada forma de colocar todas las piezas en
tablero cobrando todo cierto sentido, siempre sin perder la esencia siniestra y
bizarra que ya mostraba en el cortometraje original.
Por eso quizás da más rabia que pierda magia en los
detalles. Teniendo todo a favor se enreda en tecnicismos y situaciones
facilonas que no hacen ningún favor al conjunto de la película. El trabajo de
Botet (en el recuerdo la siniestra niña Medeiros de la saga [REC]) y su
maquillaje tan macabro funciona casi a la perfección mientras se muestra en
pequeñas dosis pero cuando los efectos digitales aparecen en todo su esplendor,
tira por la borda parte del realismo que pretendía mostrar. El guión además se
mete en más charcos de los debidos. Cuesta creer que a los guionistas no se les
ocurriera un motivo más natural para situar a la familia protagonista en la
casa de los hechos o el contenido del paquete olvidado en aquel almacén que
carece de toda lógica aunque se trate de ficción fantástica. En cualquier caso,
quedando el conjunto como algo desdibujado, para pasar un mal rato y recibir lo
que uno espera de una cinta de terror, cumple y se mantiene por encima de la
media habitual.
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