Un año más, y van 84, los Oscars de Hollywood han elegido nuevos ganadores que pasan a formar parte de la historia de los premios de cine por excelencia. Poca sorpresa y en las pocas categorías que no ha ganado el favorito lo ha hecho la alternativa más directa. De los cinco especiales publicados aquí, el 80% de los pronósticos se han cumplido. El único que fallé tampoco se puede considerar sorpresón, era más que probable que ocurriera como así ha sido. Sin más preámbulos, lo más destacado de la ceremonia ha sido:
The Artist partía como favorita y no defraudó. Los premios de película, actor principal, director, banda sonora y vestuario fueron a caer en sus manos. Y eso que la gala arrancaba fuerte para La invención de Hugo, también ganadora de 5 premios aunque todos de corte técnico (fotografía, sonido, montaje de sonido, dirección artística y efectos especiales). Los guiones también salieron según lo previsto: el original para Woody Allen y el adaptado para Los descendientes, únicos premios para sus respectivas cintas. Como ya anunciaba en el especial de las actrices, los premios de maquillaje y actriz podían ir de la mano y así ha sido. Ambos fueron para la caracterización de Meryl Streep como Margaret Thatcher en La dama de hierro. Que digo yo que manda narices, con la de ocasiones que han tenido para darle el tercer Oscar a Meryl que hayan elegido una película tan mediocre para hacerlo. Y encima estando una Viola Davis tan espectacular preparada para subir a recoger el premio. Con el resto de actores no hubo sorpresas. Plummer, Dujardin y Spencer cumplieron los pronósticos y además merecidamente.
En animación ganó Rango y a mejor película en habla no inglesa la iraní Nader y Simin: Una separación. Lo esperado. De hecho las pocas sorpresas destacables han sido el premio a mejor montaje para Los hombres que no amaban a las mujeres y el de mejor fotografía para La invención de Hugo, dejando con un palmo de narices a Emmanuel Lubezki que parecía favorito por El árbol de la vida.
Los grandes derrotados - aunque ya llegaban sin esperanzas a la gala-, Steven Spielberg y Terrence Malick que vieron como sus respectivas películas se iban de vacío aunque solo aspiraran a los llamados premios menores como son los técnicos. Y todo ello en una gala bastante fría. Demasiado rápida para lo que viene siendo habitual, con un Billy Crystal empeñado en recuperar las cosas que funcionaron hace diez años y que ahora parecen repeticiones baratas de entonces, con apenas aspectos espectaculares - el circo del sol y poco más- y con apenas momentos graciosos - el numerito de Will Ferrell y Zach Galifianakis dentro y el de Sacha Baron Cohen fuera del teatro-. Al menos cuando nos quisimos dar cuenta la gala estaba acabando.
Y a mí que los Oscars, cuanto más rapiditos, más me gustan? Me encanta cómo escribes, nenito. Un besito
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